En su tercer libro, Carlos Castaneda se muestra más «dueño» de su circunstancia en lo relativo a su relación con Don Juan Matus, el indio Yaqui. Se aprecia una prosa más madura, relatos de sus peripecias más elaborados, más profundos.
Don Juan va guiando la enseñanza de Carlos de una forma vivencial, muchas veces terrorífica. A su manera, el primero no ve otra forma de acelerar el proceso de aprendizaje del segundo más que con experiencias que llegan hasta los huesos, a lo profundo del espíritu de su alumno.
Aprender a ese ritmo y con tal intensidad incrementa los niveles de atención de Castaneda, cada paso que da, cada visita a la localidad de Don Juan está llena de conocimiento vivencial. Recuerda que el hombre de conocimiento es eventualmente un Guerrero, y que su fin último es ser impecable. A la vez, el conocimiento al que refiere el indio Yaqui no es el conocimiento del hombre moderno, occidental tal vez. El conocimiento es aquel que viene de vivir y sentir al Universo que te rodea.
La característica más interesante de este tercer libro de Castaneda es su enfoque en el PODER PERSONAL. Un guerrero impecable DEBE tener e incrementar su poder personal, es todo lo que debe hacer. Cazar el poder en todas sus formas, atesorarlo, y finalmente confiar totalmente en él, en su propio poder personal.
Cuando un Guerrero confia en su poder personal entonces tendrá un espíritu impecable y con ello habrá desarrollado su conexión personal con las Líneas del Mundo, esos filamentos de energía que el Mundo (Universo) extiende y conecta con el centro energético del Guerrero, exactamente en la parte media del cuerpo.
En ese momento el Hombre de Conocimiento concientiza que EL MUNDO es UN SENTIR, y que dicha sensación se percibe a través de las líneas del Mundo. Para lograrlo, entre muchas otras prácticas, el Guerrero debe aprender a NO HACER, a «parar el Mundo», atestiguarlo sin juzgarlo.
Así debe vivir el Hombre.
Don Juan enseña entonces a Castaneda la Marcha de Poder. En sus enseñanzas lo lleva a caminar de noche en el desierto, solo. Al grado de incluso atestiguar la presencia de entidades de otras realidades, como cuando va corriendo de noche por el matorral del desierto, sintiendo la ominosa presencia de otra entidad, sintiendo su amenaza, para luego ver frente a sí mismo a un bloque rectangular de 2.5 metros que lo sigue implacable…
Sólo como Guerrero se puede sobrevivir en el camino del conocimiento, porque el arte del Guerrero es «equilibrar el TERROR de ser Hombre con el PRODIGIO de ser Hombre«.
Eventualmente Carlos es llevado a un cerro, al lugar DONDE MORIRÁ. Allí, recibe la enseñanza de que un Guerrero debe conocer el sitio de su muerte, al que deberá llevar toda la energía y poder que atesore, y cuando sea el momento final acudirá físicamente o «ensoñando» para mostrarle a su Muerte su propia danza. La danza que el Guerrero construyó y que con su impecabilidad la Muerte observará. Y en ese momento su Muerte lo respetará, y el Guerrero sabrá que todo lo que ha hecho ha sido para ese momento.
Concluye Don juan diciendo a Castaneda: «morir es algo monumental, algo mucho más que estirar la pata y quedarse tieso».
Y agrega:
«Y así bailarás ante tu muerte, aquí, en la cima de este cerro, al acabar el día. Y en tu última danza dirás de tu lucha, de las batallas que has ganado y de las que has perdido; dirás de tus alegrías y desconciertos al encontrarte con el poder personal. Tu danza hablará de los secretos y las maravillas que has atesorado. Y tu muerte se sentará aquí a observarte.»
«El sol poniente brillará sobre ti sin quemar, como lo hizo hoy. El viento será suave y dulce y tu cerro temblará. Al llegar al final de tu danza mirarás al Sol, porque nunca volverás a verlo ni despierto ni soñando, y entonces tu muerte apuntará hacia el Sur, hacia la inmensidad.»
Escalofriante pero altamente interesante, ¡no te lo puedes perder!.